Mientras preparo mi siguiente participación por escrito en un libro colaborativo sobre coaching no directivo que dirige Leonardo Ravier, quisiera compartir esta metáfora que me gustó sobre la esencia del coaching en palabras de Sir John Whitmore. La esencia del coaching En lo relativo a la esencia del coaching, Gallwey había puesto el dedo en la llaga. En efecto, el coaching consiste en liberar el potencial de una persona para incrementar al máximo su desempeño. Consiste en ayudarle a aprender en lugar de enseñarle. Desde luego no era algo nuevo. Sócrates había dicho lo mismo más de dos mil años antes, aunque de algún modo su filosofía se perdió en la vorágine del reduccionismo materialista de los dos últimos siglos. ¡El péndulo ha oscilado hasta la posición anterior, y el coaching, si no el propio Sócrates, ha llegado para quedarse durante una o dos generaciones! Los libros de Gallwey coincidieron con la aparición en el ámbito de la psicología de un modelo más optimista de humanidad que el de la vieja perspectiva conductista según la cual somos poco más que recipientes vacíos en los que todo se debe verter. El nuevo modelo sugería que somos más similares a una bellota, que contiene en su interior todo el potencial para convertirse en un majestuoso roble. Necesitamos alimento, estímulo y luz para crecer, pero el roble ya se encuentra en nuestro interior. Si aceptamos este modelo, y lo cierto es que sólo se oponen a él algunos materialistas planos y anticuados, hay que cuestionar la forma en la que aprendemos y, lo más importante, la forma en la que enseñamos e instruimos. Por desgracia, los hábitos tienden a enquistarse y los antiguos métodos persisten aunque la mayoría de nosotros sepamos de sus limitaciones. Diré algo más de la analogía de la bellota. Tal vez no sepa el lector que los brotes de roble que crecen a partir de las bellotas en la naturaleza desarrollan rápidamente una raíz fina como un cabello que se encarga de ir en busca de agua. Dicha raíz puede alcanzar hasta un metro de longitud mientras el brote apenas supera los 30 centímetros. Cuando se cultivan comercialmente en un vivero, la raíz principal se suele enroscar en la base de la maceta y se rompe al trasplantar el brote, comprometiendo seriamente el desarrollo de éste en tanto no crezca una nueva. La raíz no ha sido protegida el tiempo suficiente y la mayoría de los criadores ni siquiera se percatan de su existencia o finalidad. El jardinero experimentado, cuando trasplante un brote, desenrollará la tierna raíz, sujetará su punta y la enterrará cuán larga es en la tierra manteniéndola en posición vertical con ayuda de una varilla metálica. El poco tiempo invertido en este proceso en las etapas iniciales de la vida del árbol asegura su supervivencia y le permitirá desarrollarse más deprisa y hacerse más fuerte que sus hermanos criados con criterios comerciales. Los líderes empresariales experimentados utilizan el coaching imitando al buen jardinero. Fragmento del libro Coaching, El método para mejorar el rendmiento de las personas, de John Whitmore. Editorial Paidós Empresa, México, 2011, p. 20-21
0 Comentarios
Deja una respuesta. |
Sobre el blogCompartimos todo lo que nos apasiona sobre el coaching. y la autonomía. Sobre el autorComunicólogo y coach ejecutivo apasionado de los fenómenos y procesos lingüísticos. Archivos
Agosto 2020
Categories |
Servicios |
Luis piza |
|