Fue hasta mis estudios universitarios que me enteré que existen al menos dos formas de ver la vida y que éstas no son necesariamente compatibles: la primera es la de la corriente metafísica vinculada al positivismo, aquella que expone que la realidad es cognoscible a través de los sentidos, el razonamiento, la lógica; y por otro lado está el relativismo, aquel que establece que si existe realidad, sólo es interpretable y que ésta dependerá del observador, en este sentido no hay verdad, hay verdades, no hay realidad, hay realidades, no hay ser único, hay seres posibles. En el coaching existen dos corrientes que si bien comparten varios conceptos y preceptos, también comprenden otros que los separan. Estos son, en propuesta de Leonardo Ravier, el coaching Europeo Humanista de esencia no directiva y el coaching sudamericano u ontológico. El primero, está basado en la metafísica griega (Aristóteles, Platón, Sócrates) y complementado con la fenomenología, el existencialismo y la psicólogía humanista; y el segundo, se opone a esta filosofía y más bien retoma a Heráclito y a filósofos como Heidegger y Nietzche y toma forma en el libro Ontología del lenguaje, texto conocido principalmente en latinoamérica. En toda corriente de coaching que conozco se busca el mejoramiento de los individuos, sea esto a través del aprendizaje, la consecución de objetivos, la toma de decisiones o la resolución de problemas (que en sí es también conseguir un objetivo). La diferencia entre las corrientes se da en la forma en cómo lo hacen y dónde ponen énfasis. Para el coaching ontológico, claramente (así lo establece Echeverría, su creador y principal divulgador en el libro mencionado) el énfasis está en la importancia del lenguaje como generador de realidad. Sobre el ser, la materia prima con la que se trabaja en el coaching, esta corriente diría (desde mi interpretación) que la consciencia es como una pieza de arcilla que se moldea una y otra vez con base en el lenguaje (no limitado a la oralidad, sino como creador de significados, necesario para entender e interpretar la realidad), es decir, un ser humano es lo que cree que es, de acuerdo a sus ideas limitantes, a sus introyectos (diría la psicología Gestalt) a la idea que tiene de sí mismo, de los demás y de las cosas. Mediante el coaching, se puede producir un cambio de mirada: si las cosas se "nombran" diferente, serán percibidas de forma distinta y por lo tanto tendrán un nuevo efecto en la persona. Así, la persona tiene "experiencias de aprendizajes de carácter transformacional donde el ser que éramos cambia, se modifica", en palabras de Echeverría (ver video). En el coaching no directivo tanto la realidad como el ser, existen y mediante este proceso de aprendizaje, se produce expansión de la consciencia, el sujeto se da cuenta de cosas que antes no y con ello cambia su mirada, pero sin que exista transmisión de información ni experiencia, sino mediante la reflexión, la autocreencia, la responsabilidad, la creatividad y la puesta en acción. En este caso el ser no es una barra de arcilla que cambia y se modifica, sino es más parecido a una semilla desconocida, que dadas las condiciones idóneas, se desplegará en su máximo potencial llegando a ser un gran roble, o palmera, un arbusto o una secoya. A pesar de que el árbol es en forma muy diferente a la semilla, no podríamos decir que son cosas distintas y de la misma forma, una semilla no podría convertirse en un perro o una piedra, además es solo dadas las condiciones idóneas que dicha semilla germinará y se expandirá ya que una planta de sol no crecerá en su máximo potencial en la sombra, y tampoco lo habrían sido Messi ni Beethoven si hubieran intercambiado vidas (no esencia). Es bajo esta premisa que operamos en la corriente de la no directividad promovida principalmente por Leonardo Ravier y varios otros divulgadores, y cuyos pensamientos y preceptos encontrarás en este blog así como en el sitio de la International Non Directive Coaching Society.
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Un nuevo webinar realizado con Business Coaching School en el que explico qué es el coaching desde la corriente europea humanista de esencia no directiva. Recientemente, apareció un artículo del sitio chileno de negocios, Capital Online de la revista Capital, titulado Huberto Maturana: "no tengo nada que ver con el coaching". En éste, el afamado biólogo (no por primera vez) rechaza el título de abuelo del coaching que se le confirió informalmente debido a que los principales teóricos y originadores del coaching sudamericano (también llamado, ontológico), Fernando Flores, Rafael Echeverría y Julio Olalla retoman algunas de sus ideas, principalmente las del observador y del lenguaje como coordinaciones consensuales de la emoción y el hacer en el convivir, en la construcción de esta forma de ayuda. Lo que Maturana deja ver en el artículo es una colaboración con Fernando Flores a nivel maestro-alumno (Flores siendo el segundo) durante los años del político en el campamento de prisioneros de Tres Álamos durante la dictadura chilena en los que, a petición de la esposa de Flores, fue a visitarlo viarias veces al mes para hablar de biología del conocimiento y lenguaje. Al tiempo del exilio de Flores, éste contacta con Werner Erhard (nacido John Paul Rosenberg y cuya trayectoria merece una revisión en otro texto) y participa con él en cursos y talleres de transformación y desarrollo humano, aplicando los conocimientos aprendidos con Maturana. Flores tendría posteriormente dos destacados seguidores y adeptos, Rafael Echeverría y Julio Olalla, quienes romperían con él para acercarse a su vez a Maturana en los 80's y generar colaboraciones pagadas para sus fines empresariales de desarrollo del coaching ontológico.. En el artículo Maturana menciona que Echeverría durante meses se entrevistó con él para grabar sus memorias y que de repente cortó la comunicación, al confrontarlo en un encuentro casual en al calle, el entonces ya creador del libro Ontología del lenguaje, negaría tales encuentros alegando amnesia, según relata el biólogo. Es precisamente este libro, producto de los estudios de Maturana así como de filósofos como Nietzsche y Heidegger y muy posiblemente en conjunto con los talleres de Erhard en los que participó Flores generando las "conversaciones para la acción", que llevarían a la práctica sudamericana del coaching ontológico. Maturana es determinante con esta forma de ayuda de Flores, Echeverría y Olalla: "El riesgo de los actos del habla es que los puedes transformar en instrumentos de manipulación, más que en responsabilidad de tu quehacer. El “coaching ontológico” ha terminado en un modelo donde la persona desaparece. Se erige como un manual con los pasos a seguir." Por su parte Echeverría ha hablado y, sin contar su versión del todo y más bien buscando tráfico para su sitio empresarial, se dice desconcertado e incluso menciona puntualmente ideas de Maturana con las que se opone, como se lee en Rafael Echeverría responde a Maturana: "Todo de lo que me acusa es falso", entre ellas, apuntala: "Su incursión en el dominio de los fenómenos sociales me ha parecido siempre deficiente y todo lo que guarda relación con “la biología del amor” me parece insostenible y carente de todo sustento serio". Hasta aquí los hechos, y ahora mi opinión: De inicio, me parece lamentable una pelea mediática entre dos conocidos investigadores y divulgadores de conocimiento y filosofías que aportan al conocimiento del ser humano y de su interacción social así como con la/su realidad. Más, incluso, si fueron en algún momento cercanos colaboradores con manifestaciones escritas de admiración. Esto, para ambos casos, nos recuerda que a pesar de su investidura de rock stars, son sólo seres humanos, no gurús y mucho menos mesías de ninguna clase. Como humanos se equivocan, son presas de pasiones, de inseguridades, egocentrismo y como dicta uno de los teoremas la ley de la responsabilidad natural de Leonardo Ravier, "viven en un mundo de ignorancia permanente y de incertidumbre e insatisfacción", en otras palabras, no lo saben todo y no tienen todo lo que quieren, por ello, actúan, un axioma para dinamitar la idea que los une: "todo es relativo, todo depende del observador". Tal vez, como en las amadas bandas del ayer, veamos en el futuro un reencuentro y adquiramos nuevamente sus greatest hits reinterpretados con alguna pieza nueva que nos hable más de su momento que de algo permanente. Mientras, en lo que la opinión pública y sobre todo, los interesados en el desarrollo del mundo del coaching, deberíamos enfocarnos es en la discusión siempre diversa, incluyente y con sustento sobre el futuro de nuestra profesión. Cuáles deben de ser las bases morales, éticas, pero también históricas y sobre todo, teóricas que lo rijan, para que este hallazgo que tiene la capacidad de evolucionar consciencias no se pierda en el olvido como una moda o tendencia de inicios de cambio de siglo, sobre todo por culpa de quienes deliberadamente generan un comercio (muy lucrativo, por cierto) de inmediato, a costa de los problemas que menciona Maturana y que están documentados en diversos medios. La teoría del coaching europeo humanista de esencia no directiva ofrece una propuesta teórica integral, siempre abierta a la crítica en busca de su perfeccionamiento como todo ejercicio científico, para la permanencia del coaching como un paradigma de desarrollo humano, consecución de objetivos, desde el individuo como experto de su situación, usando las premisas de la responsabilidad, la autocreencia, la motivación y la praxeología, a través de la no directividad, es decir, la no transmisión de información ni experiencia. Es ésta, desde el punto de vista de los que nos adherimos a esta teoría, la esencia del coaching y el componente básico para mantener este ejercicio en el marco de la ética y moralidad. |
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Agosto 2020
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