Siempre hay un juego interior en tu mente, no importa qué este sucediendo en el juego exterior. Cuán consciente seas de este juego podrá marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso en el juego exterior. En un día de pereza al momento de impartir una clase, el entrenador de tenis, Timothy Gallwey, descubrió que su alumno aprendía sin que él, su profesor, le enseñara. Este descubrimiento que empezaría en enojo consigo mismo por no haber hecho su trabajo como “enseñador” se transformó en curiosidad al preguntarse: cómo logró mi alumno mejorar sin que yo le dijera nada. Gallwey, en ese entonces graduado en Educación por la universidad de Harvard y estudiante de posgrado en este mismo tema, comenzó diferenciando entre los mundos de la enseñanza y el del aprendizaje. Notó, principalmente, que el paradigma que utilizaba para dar el servicio como profesor de tenis, estaba más centrado en lo que él, experto de este deporte, tenía que hacer; y no en lo que su cliente, quien necesitaba aprender tenis, requería. Este simple cambio de enfoque es sustancial, pues cambia el foco de las tareas a realizar, así como la forma de evaluar la efectividad del servicio. A partir de este cambio de mirada, se hizo la pregunta ¿qué es lo que pasa en la mente del alumno cuando viene la pelota? Se dio cuenta entonces que la percepción del alumno y del maestro son muy distintas ante el mismo fenómeno y esto fue la semilla que germinó en El Juego Interior o The Inner Game (TIG). En 1974, publicó su actual best seller The Inner Game of Tennis, un libro en el que explica los principios de El Juego Interior, así como las dos partes de la mente a las que llamó Self 1 y Self 2, sus funciones, su interacción, y como conclusión, su famosa fórmula P = p - i (El desempeño es igual al potencial en el momento de ejecutar, menos las interferencias entre Yo 1 y Yo2). La manera The Inner Game de conversar Gallwey había encontrado, en sus palabras, una nueva forma de cambiar. En su libro, El Juego Interior del Trabajo, menciona que los principios que encontró efectivos para que sus alumnos mejoraran en sus técnicas de golpe de derecho, revés o saque, son igualmente aplicables para temas tan disímiles como:
Un ejemplo específico del cambio que propone la mirada de TIG es que cuando el alumno golpea la pelota inefectivamente, Tim le preguntaría: "¿A qué altura has golpeado la pelota?" y tal vez el alumno respondería "muy alto" o "muy bajo", ante lo que Gallwey replantearía: "no he preguntado eso, ¿ha sido a la altura de tu cintura? ¿De tu cadera? ¿Tal vez de tus costillas?". "No lo sé, probablemente a la altura de mi cadera" -replicaría el alumno- "De acuerdo, ¿y a qué altura debería de haber golpeado?". Después de reflexionar un poco, revivir mentalmente el movimiento detenidamente, el alumno le diría una ubicación y lo intentarían de nuevo. Este tipo de conversación se aleja de la aprobación y la desaprobación, al plantear lo sucedido, sin juicios y centrando el aprendizaje en el propio alumno, este es capaz de analizar, crear nuevas posibilidades para el siguiente turno, tomar elecciones y ponerlas a prueba en un ejercicio constante de reflexión, prueba y corrección. ¿Parece lejana esta situación a la que se viviría en un ambiente laboral? Tal vez no tanto. Pensemos cómo sería el proceso de realimentación (feedback) si utilizáramos TIG en vez del enfoque tradicional de enseñanza. En el enfoque tradicional del feedback, el jefe:
En el enfoque TIG, el jefe igualmente detectaría el desempeño inefectivo, pero en lugar de proponer una solución, la obtendría de quien debe aprender a mejorar al momento de desempeñarse. Preguntas como:
El método TIG de conversación implica más tiempo de "calidad" para poder generar una conversación centrada en el aprendizaje, frente a la alternativa del modelo tradicional que, aparentemente, es mucho más rápido, pues solo se le da instrucciones al aprendiz. La diferencia está en que, en la medida en que quien requiere aprender, centre este objetivo en sí mismo, la cantidad de "asesorías" irá disminuyendo; en cambio, en el modelo de la enseñanza, podríamos generar un "cliente frecuente" que no quiere tomar decisiones por temor a equivocarse (ser desaprobado). Este cambio en la conversación es a penas la punta del iceberg de lo que propone el método TIG para el aumento del desempeño. La parte más elaborada se encuentra en cómo podemos lograr eliminar las interferencias que provoca el discurso del Yo 1 hacia el Yo 2. Pero esto, es tema de aprendizaje en aula.
0 Comentarios
Deja una respuesta. |
Sobre el blogCompartimos todo lo que nos apasiona sobre el coaching. y la autonomía. Sobre el autorComunicólogo y coach ejecutivo apasionado de los fenómenos y procesos lingüísticos. Archivos
Agosto 2020
Categories |
Servicios |
Luis piza |
|